Activismo desde el privilegio

     


Por: Ro Abad  @Ro_abad1

Cuando conoces el activismo todo parece una injusticia. En un país como México parece que .  Donde el que no tranza no avanza o donde la mayoría de las cosas se aceleran si les “metes una lana”. Donde parece que todo, incluso la vida, es negociable.

Te vas encontrando a las valientes activistas que toman instalaciones, que van a las marchas a cuidar a las compañeras, o las que aprenden defensa personal porque es imperativo aprender a hacerlo en sus colonias.

Otras se vuelven activistas porque tuvieron un padre o padrastro, o alguien de la familia que abusó sexualmente de ellas y quizá huyeron de casa.

Algunas solo se enamoraron de la persona equivocada y acabaron siendo obligadas a prostituirse lejos de sus casas y no pudieron escapar hasta años después. Esto si es que lo logran.

Pero quienes no tuvieron ninguna de esas historias. Quienes estudiaban y trabajaban por tener experiencia profesional y no vuelven a casa en transporte público. ¿Es diferente su activismo?

De cualquier modo, ellas que también están indignadas  por tantas mujeres desaparecidas, por tantas muertas y también han marchado y gritado.

¿Pero existe un activismo desde el privilegio? No se trata de una cuestión económica. Diría que es una cuestión de suerte.

Desde Polifacetik lo hemos reflexionado muchas veces. No es que existan tipos de activismos ni tampoco niveles. Pero si es verdad que hay condiciones que no se dan en todos lados.

El activismo desde una zona de privilegio no es menos importante o intenso, simplemente es diferente. Aquí hay que luchar contra una ceguera cultural y muy normalizada.

No tienes que lidiar con el transporte público, pero si tienes una familia que piensa que debes casarte con un buen partido para protegerte económicamente y aguantar cosas como infidelidades porque finalmente tú eres la esposa y “así son los hombres”.

Te enfrentas a un sector donde divorciarse es un verdadero escándalo social. Sobre todo, si tu esposo era lo que se considera bien partido o peor aún si ya tienes hijos y te cuestionan de cómo los vas a dejar crecer sin su padre.

Es un sector donde el machismo es normal, donde el esposo puede viajar y salir de negocios y la mujer se quedará en casa con los hijos. Eso , con ayuda pagada, camioneta y en una enorme casa con los servicios y comodidades.

Seguramente mujeres con estudios en prestigiosas universidades y los mejores promedios, pero sin desarrollo profesional o un desarrollo pausado. Y esta bien, pero mientras esa sea una decisión de vida no porque ya no pudieron o no las dejaron por cumplir con leyes de vida impuestas socialmente.

El machismo está por todos lados, pero nadie dice nada: el esposo que siempre puede salir con mayor libertad o comprarse lo que sea porque a ella, a su señora, ya la tiene muy bien o por lo menos él se siente con el derecho por ser proveedor principal.

Tenemos a los compañeros de la misma facultad o círculo que pueden “sabrosearse” a cuanta mujer se les atraviesa porque...bueno son hombres y está bien mandarse fotos o no conocer otra forma de convivencia masculina que ir a lugares con meseras con poca ropa, pero a mi esposa de casa nadie la vea. Es que también estás cansada de que no puedas salir ni a la tienda porque ya te van a gritar mil cosas en la calle.

Es un ambiente que se hereda, que se aprende y que se ha ido repitiendo de generación en generación. Aunque estemos en pleno 2021, es muy difícil de romper.

Aquí es donde debe actuar este tipo de activismo, donde tienes que romper un bloque de ladrillos tan arraigado que no se nota o no se habla de ello. Donde se aguantan los golpes, o las violencias silenciosas.

Allí es donde también hay mujeres que están sujetas a estos verdugos, pero si despiertan y abren los ojos: el privilegio no condiciona el activismo. O que si lo estuvieron lograron superarlos y por eso se unieron a las filas feministas. Obvio lucharán ante las injusticias en otros lugares y por otras causas, pero también deben ayudar a este otro sector privilegiado pero olvidado.

No se trata de ser las damas de la caridad de antaño de los hospitales que hacían beneficencia. Se trata de picar piedra e intentar entrar en un mundo de gente que supuestamente ha tenido acceso a una educación pero que sigue moviéndose en una neblina machista que parece no disiparse.

Se trata de explicarle a tu mamá o a tu prima que la violencia doméstica a la que está sometida no es normal. Es saber que la escuela para señoritas a la que acudes necesita hablar más de sexualidad y lo mismo en tu casa con tus padres. Se trata de decirle a tu amigo de la universidad o de la chamba que no puede hacer ese comentario o chiste porque es machista y te sientes ofendida. Es levantar la mano con tus tías y decirles que no vas a tener hijos, que no quieres casarte o que tu pareja es del mismo sexo.

Es poder hablar con tus amigas para que se den cuenta que el cuidado de sus esposos es violencia económica y que el trabajo del hogar que realizan es igual de valioso.

Es decirle a tu esposo, a tu primo y a tu hermano que su grupo de amigos son unos machos violentos y que mandarse packs de mujeres no está bien. Que llevar una doble vida no es normal y que tu hermana o tu prima no es menos valiosa si decide ser madre soltera o abortar.

Significa que, si en tu empresa eres la única mujer sentada en la mesa de dirección, igual tienes derecho a opinar y que se tiene que abrir esa perspectiva. Que si puedes trabajar y ser madre sin perder profesionalismo ni foco.

Es aprovecharte de ese privilegio para lograr maximizar el bien y que tenga mayor alcance. ¿Qué opinas?

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